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EMPRENDIMIENTO Y FELICIDAD

Antes que nada, quiero agradecerte que sigas dedicándome parte de tu tiempo, muchas gracias por ello. La última vez que nos vimos te hablé de la felicidad y cómo podemos reprogramar el cerebro para ser feliz. Te decía que, como casi todo, es cuestión de aprendizaje, de constancia y esfuerzo. Con ejercicios muy fáciles se puede trabajar para conseguir cambiar el cerebro desde nuestra coherencia, es decir, desde el alineamiento de pensamiento, sentimiento, lenguaje y acción.

Te decía que la buena noticia es que es posible reprogramar el cerebro y que la felicidad está en el propio desarrollo de nuestro cerebro. Cuantas más cosas hagamos que nos gusten, más circuitos neuronales de placer y de alegría vamos a desarrollar y, por tanto, nos acercaremos a la felicidad. Así, mejoraremos la capacidad intelectual, la motivación, la creatividad, la empatía y el interés por el mundo. Todo esto es muy beneficioso para nosotros mismos y para la relación con los demás, en nuestra vida personal y profesional.

En esa línea delgada entre lo personal y lo profesional, hoy quiero llevarme esta reflexión al mundo del emprendimiento. Me parece evidente que los resultados profesionales que obtengo estarán relacionados con el estado mental con los que los afronte.

El emprendedor normalmente trabaja asumiendo la incertidumbre, una labor que el resto no está dispuesto a asumir.

Yo tengo claro que, si no el presente, el futuro inmediato va a ser una sociedad de emprendedores. El emprendedor normalmente trabaja asumiendo la incertidumbre/riesgo para desarrollar procesos que conducen a la obtención de un producto, servicio o resultado. En definitiva, se orientan a la satisfacción de su cliente, ofreciendo valor y satisfaciendo necesidades. Incluso si me apuras, la tendencia es la de ser “emprendedores por cuenta ajena”, es decir, aquellos técnicos que le dicen a su jefe que quieren trabajar por objetivos. De esta manera, se convierten en emprendedores en su propio puesto de trabajo.

En las actividades productivas hay tres tipos de figuras reconocidas:

  • Los Técnicos, que son los que conocen la disciplina, la tecnología del área de aplicación de que se trate.
  • Los Directivos, que fundamentalmente se dedican a organizar y gestionar a los técnicos y los recursos necesarios.
  • Los emprendedores/empresarios, que son los visionarios, los que sueñan con una idea, se enamoran de ella, y luchan por ella, asumiendo la incertidumbre y el riesgo que el resto de figuras no están dispuestos a asumir.

¿Y qué ocurre? Que el sistema educativo en España prepara normalmente muy bien a los técnicos, y a veces, si tienes suerte, incluso te preparan para ser directivo (escuelas de negocio, etc.). Pero lo que está claro es que no se enseña en ningún sitio a ser emprendedor, como mucho igual se aprende en la calle.

«El emprendedor se hace en la calle«

Y como el emprendedor se hace en la calle, tiene que soportar un proceso en tres niveles secuenciados:

  1. Visibilidad – hacerse visible, convertirse en referencia en su sector.
  2. Credibilidad – generar confianza en posibles clientes y fidelizarlos.
  3. Rentabilidad – que es la consecuencia de los niveles anteriores.

Hay una ley de proceso universal, la ley de CAUSA-EFECTO. Se trata de trabajar activando la CAUSA y, como consecuencia, se obtiene un EFECTO en forma de resultado. En los procesos de emprendimiento, activar la causa implica trabajar en las necesidades de los clientes, en definitiva, servir a los demás. Eso traerá como consecuencia una serie de efectos en forma de resultados. Esto provoca que nos acerquemos a lo que denomino el trabajo perfecto, que es aquel que no cuesta trabajo hacerlo, porque reúne 5 características:

  • Financia nuestro estilo de vida.
  • Nos hace crecer personalmente.
  • Nos hace ser mejores profesionalmente.
  • Ofrece un sentido de contribución a los demás.
  • Nos gusta.

De esta forma nos estaremos acercando al éxito empresarial, entendido como la consecución de los objetivos planteados. Porque, como digo habitualmente, cuando se obtienen los objetivos que te propones, obtienes éxito, y cuando no, lo que obtienes es experiencia.

La próxima semana dedicaré el artículo a hablar de las 7 CLAVES para el ÉXITO EMPRESARIAL. ¡Un saludo!

Hacer crecer una idea es emprendimiento. El emprendedor se hace en la calle

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