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EL MEJOR ENFOQUE PARA DESARROLLAR UNA ACTITUD POSITIVA

Imagen de M. Maggs en Pixabay
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«No son las circunstancias sino tu opinión sobre ellas lo que te afecta profundamente» decía Epícteto. Porque, realmente, los hechos a los que te enfrentas en tu día a día son iguales para todos. Entonces, ¿por qué a ti te afectan de manera distinta a los demás?

Esto ocurre porque hay un aspecto que sí es único de cada persona: la ACTITUD.

Tu actitud determina cómo reaccionas y cómo actúas ante los obstáculos a los que te enfrentas. Por tanto, también influye en otros rasgos como tu nivel de proactividad o la motivación para lograr tus metas.

Normalmente, las personas con una actitud positiva tienden a tener un gran nivel de iniciativa, a tomar las riendas en cada situación y actuar sin miedo para alcanzar cualquier objetivo

La cuestión es: ¿ESTÁS ENFOCANDO CORRECTAMENTE EL OPTIMISMO? Resulta que mucha gente tiene un concepto equivocado de tener una actitud positiva.

Por ello, hoy vengo a hablarte de cómo sacar el máximo provecho del optimismo entendiendo el enfoque correcto y desarrollando una actitud positiva pero realista.

El enfoque más enriquecedor del optimismo

La sociedad tiende a comprender el optimismo como esa actitud de ver el mundo de color de rosas. En otras palabras, se piensa que una persona optimista es aquella que cree que puede conseguirlo todo, que todo le va a ir bien y cuya vida es perfecta.

Yo apuesto por otro enfoque. Un enfoque más realista, pero igualmente positivo: si eres tú el que propone tus propios objetivos, se supone que estos son alcanzables, ¿no? Entonces, no hay ningún motivo para no tener una actitud positiva y creer constantemente que puedes alcanzarlos.

Me refiero a que tengas siempre en mente que vas a llegar a tu destino. Es importante que asumas que el camino no será llano y recto, que habrá dificultades.

Pero la meta seguirá siendo la misma. Por lo que, si la has diseñado acorde a tus posibilidades, no deberías tener problema en alcanzarla tarde o temprano.

Diseñar tus propios objetivos es sencillo incluso cuando (laboralmente) estás dirigido por tus superiores. Siempre puedes retocar los objetivos que se te imponen para adaptarlos a ti mismo/a y a tu progreso.

De hecho, si quieres aprender cómo diseñar objetivos de manera óptima, te recomiendo que te pases por este artículo.

2 maneras de desarrollar una actitud optimista

Adaptar tus objetivos es una buena forma de favorecer una actitud positiva en ti. Pero también existen otras maneras de potenciar tu optimismo.

Cuida tu lenguaje

Lo primero que debes hacer es prestar atención a tu forma de hablar. El tipo de expresiones que utilizas influye enormemente en cómo se desarrollan tus conexiones neuronales y, en consecuencia, en la manera en que piensas.

Poco a poco, sustituye expresiones como «no sé si podré» o «voy a intentarlo» por otras más positivas como «puedo hacerlo» o «voy a conseguirlo».

Estos ejemplos son triviales, pero si empiezas a poner atención en tu lenguaje, detectarás expresiones que pueden ser modificadas y mejoradas de cara a tener una forma de hablarte más positiva.

Cambia tu enfoque

Por otro lado, te recomiendo modificar tu foco. Tendemos a centrarnos en lo que puede salir mal y cómo podemos equivocarnos. Sin embargo, nos olvidamos de que cada acción que hacemos tiene un propósito.

¿Acaso no es ese propósito positivo y tiene un gran potencial? Entonces, ¿por qué no empiezas a enfocarte en lo que puedes llegar a conseguir?

Estos dos cambios se llevan a cabo poco a poco. No te frustes si no logras ser optimista de un día para otro. Lograr modificar tu actitud es un proceso lento porque es un aspecto muy arraigado (llevas desarrollándola desde que tienes uso de conciencia).

Si el optimismo va antes, esta habilidad va después

Quería hablarte de una habilidad complementaria al optimismo, pero que se pone en práctica tras un fracaso: la resiliencia.

Las personas resilientes se caracterizan por perseverar en algo a pesar de haber fracasado anteriormente. Un ejemplo muy claro es el de Thomas Edison, que fracasó más de mil veces antes de lograr inventar la bombilla.

Edison nunca se rindió porque no dejó de estar enfocado en lo que podía llegar a conseguir en lugar de pensar en los cientos de tropiezos que había tenido ya.

Por tanto, la manera de entrenar la resiliencia es similar a la del optimismo. Sin embargo, es importante diferenciar ambas habilidades, porque las personas demasiado optimistas corren el riesgo de perder toda su positividad tras un fracaso.

Es por ello, que es importante mantener siempre los pies en el suelo, como te he comentado antes. De esta manera, desarrollarás un optimismo sano que, a su vez, te permitirá ser realista y aceptar mejor los fracasos, utilizando tu resiliencia para seguir adelante.

Imagen de nonmisvegliate en Pixabay

¿Eres una persona optimista? ¿Qué podrías cambiar o mejorar en tu actitud para desarrollar un optimismo sano? ¡Te leo en los comentarios! Un saludo.

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